07.11 - DE FRANZ JOSEF GLACIER A LAKE PARINGA – EXTRAÑA INTERACCIÓN CON LAS VACAS







Me despierto a las 8, el día de descanso se me pasó rápidamente así que es tiempo de activar y retomar el pedaleo en la ruta. Desayuno, me despido de Paola y también de Avish, el israelí de la guitarra. Me dispongo entonces a armar mi equipaje sobre la bicicleta como todos los días, estoy afuera del hostel cuando desde la vereda del frente se me acerca un estadounidense que también está viajando en bicicleta, se convierte en el primer cicloturista como yo con el cual tengo contacto. A diferencia de mí, él lleva su equipaje en un pequeño trailer que lleva enganchado a la bicicleta, mientras que yo llevo todo mi equipaje en alforjas que van sobre la parrilla de mi bicicleta. Me cuenta que puede cargar mucho más peso en el trailer comparado con las alforjas, aunque le hace ir un poco más difícil. Lo más curioso es que abandonó el pedaleo, se va a tomar un ómnibus, estuvo 6 días pedaleando y según sus dichos la pasó muy mal, así que hasta ahí llega. En este punto confieso que entre las miles de cosas que se me vienen a la mente cuando estoy pedaleando, es inevitable pensar a veces en bajarme, sobre todo cuando el panorama es adverso, llámese viento en contra, frío, lluvia o cansancio. Pero supongo que es natural, sería la opción más fácil, sin embargo pienso que si bien no tengo que demostrarle nada a nadie, ni tampoco estoy corriendo una competencia, trato siempre de cumplir con el objetivo de llegar al lugar que me propongo, aún ante las adversidades y los obstáculos que se presentan todo el tiempo. En fin, retomando el día, arranco a pedalear a las 10, al principio con un dolor muy fuerte de rodillas que en cierto punto llegó a preocuparme, sobre todo rodilla la izquierda en donde tengo una antigua operación de meñiscos. Pero por suerte una vez que entro en calor, el dolor de rodilla se calma bastante y me deja continuar afortunadamente. Mi objetivo es llegar hoy a Fox Glacier, sólo unos 25 kilómetros, los cuales me habían comentado que eran muy empinados, y no se equivocaron, saliendo de Franz Josef a los pocos kilómetros el camino empieza a subir por la montaña, al principio suavemente, pero luego se vuelve durísimo, para completarla hay algunos tramos de ripio en donde mis cubiertas de ruta resbalan y se hunden peligrosamente, haciéndome perder la estabilidad. En poco más de una hora logro completar sólo 10 kilómetros de ininterrumpidas subidas, así que es de acuerdo a mi cronograma es tiempo de parar y descansar porque el camino sigue subiendo. Luego de descansar e hidratarme continúo pedaleando y subiendo, a esta altura no hay prácticamente conductor que no pase y me salude, pensarán “a este tipo le faltarán algunos tornillos para estar andando por acá en bicicleta”. Con el corazón en la boca llego al final de la subida, ahí el camino empieza a bajar para alivio de mis piernas, que en la primer hora y media de pedaleada se me agotaron para todo lo que resta el día. Llego así a Fox Glacier, en donde está el glaciar homónimo, y teniendo en cuenta que ayer ya vi un glaciar, decido desviar para Lake Matheson, leí y vi fotos del lago como un espejo reflejando las montañas nevadas, incluso catalogado como uno de los diez lagos más lindos del mundo. Pues bien llego al lago en pocos minutos, hago la caminata hasta un mirador con la bici al lado, y cuando llego advierto que no hay sol, hay viento con lo cual el agua está agitada, y para completar el panorama las montañas están tapadas por las nubes, con lo cual no se refleja absolutamente nada en el lago, que parece ser uno de los diez lagos más comunes del mundo... Decido entonces volver para Fox Glacier y retomar la ruta 6, ahí aprovecho para almorzar algo y encarar los 70 kilómetros que me quedan para llegar hasta Lake Paringa, mi objetivo del día. El paisaje cambia bastante, las montañas se alejan un poco y aparecen planicies de campo verde, repleto de vacas pastando. Desde hace varios días me sucede algo muy curioso con las vacas, que evidentemente no advierto cuando paso en auto a 100 km/h. Noto que cuando paso frente a las vacas, todas (y digo literalmente todas, sean cien o doscientas) se quedan atónitas mirándome, y ván siguiéndome con la mirada mientras avanzo. Es muy gracioso sentirme observado por cientas de vacas, hasta incluso a veces estando aburrrido empiezo a hablarles, saludarlas, etc., en fin... creo que tanto tiempo en soledad arriba de la bicicleta me está trastornando un poco... De hecho hoy las vacas no sólo me miran como de costumbre, sino que empiezan a galopar a mi lado formando una estampida. Obviamente hasta que llegan al alambrado que las detiene, y ahí se quedan todas ellas, mirándome, y yo sonriendo ante la curiosa interacción. En fin, continúo atravesando mas campo, muchos valles de verde intenso, montañas repletas de arboles y selva muy espesa. Llego a Bruce Bay, nuevo contacto con el mar de Tasmania, me siento a descansar en una piedra frente a la playa y se me acerca un australiano que está estacionado en una van junto a su mujer, charlamos un rato y me regala una lata de Pepsi. Luego del descanso y de meterla azúcar a mi sangre retomo camino, así en menos de una hora hago 20 kilómetros y llego a Lake Paringa, un lago muy bonito, rodeado de montañas y bosques; la mala noticia es que está sumamente plagado de sandflies, más que en ningún otro lugar, son realmente insoportables. Armo así rápidamente la carpa espantando sandflies de cada centímetro de piel que tengo al descubierto, luego de eso me doy un baño y enjuagada rápida en el agua helada del lago, y una vez con pantalón y mangas largas me preparo dos paquetes de noodles que como en unas piedras en la playa del lago, disfrutando la vista. Satisfecho con mi cena y asediado por los insectos vuelvo a la carpa desde donde escribo este relato, siendo las 9.25.

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