13.11.10 - DE MOSSBURN A TE ANAU – MAS VIENTO







Contrariamente a lo que me imaginaba, duermo bien durante toda la noche en el banco de madera y sin frío, pese a estar a la intemperie. Me despierta a las 5 de la mañana la camioneta que deja los diarios en la despensa en cuyo frente estoy durmiendo, veo que está empezando a aclarar así que me levanto. El pueblo está rodeado de campo, a esa hora hay un coro increíble de pájaros y ovejas, a su vez la ruta está desierta a esa hora y hay un silencio absoluto, así que lo único que se escucha es el sonido de la naturaleza amaneciendo. Me levanto de mi “cama”, me como unos sandwiches que me sobraron de ayer y armo rápidamente el equipo sobre la bicicleta. Aún está un poco oscuro, así que con las luces traseras titilando salgo a la ruta a pedalear, a las 6 de la mañana. No termino de salir cuando empieza a soplar de nuevo un fuerte viento en contra, idéntico al que me acompaño ayer la última hora y media de viaje, convirtiéndola en una tortura. Si bien recién arranco y tengo bastante energía, pedaleo con viento en contra por 20 minutos aproximadamente hasta que me veo obligado a parar porque directamente no puedo seguir avanzando. Busco refugio detrás de unos árboles al costado de la ruta, pero veo que no tiene mucho sentido detenerme porque me enfrío, así que por primera vez en lo que va del viaje me veo obligado a caminar por la banquina, con la bicicleta al lado. Camino por unos 20 minutos y tengo la impresión de que el viento sopla menos, así que me vuelvo a subir a la bici a pedalear, aunque es inútil, no llego a durar ni 10 minutos porque el viento me obliga de nuevo a bajarme y caminar. Así cumplo la primera hora de pedaleo del día, agotado y muerto de sed. Sigo igual la segunda hora, alternando algunos tramos pedaleando y otros caminando. Hay algo definitivamente psicológico con el viento en contra, porque no cansa físicamente tanto como una subida, y eso que tuve muchas y duras, sin embargo pareciera que con el viento en contra alguien te estuviera empujando desde adelante. Estoy agotado física y mentalmente, llevo dos horas andando y no creo haber completado ni siquiera 20 kilómetros así que me detengo y, por primera vez también en lo que va del viaje, me gana la desesperación y empiezo a hacer dedo! El viento sigue soplando, más fuerte que nunca, no amaga a parar, y no tengo éxito con el dedo, básicamente porque lo único que pasan son buses de turistas llenos que difícilmente puedan cargarme, menos aún con una bicicleta y respectivo equipaje. Por ende, teniendo en cuenta que hacer dedo no da frutos y me estoy congelando parado en la ruta, me subo de vuelta a la bici a pedalear. Esta vez decido mentalizarme, tener paciencia, tengo que avanzar aunque sea lentamente, no me queda otra opción. Llegamos así a un acuerdo con el viento y su madre la naturaleza: yo reconozco su supremacía y les permito seguir soplando, a cambio ellos me dejan avanzar lentamente. Sigo avanzando muy lento contra el viento, tan lentamente que aún en las bajadas más pronunciadas tengo que pedalear, de lo contrario el viento directamente me frena! Extenuado llego así a las 10 de la mañana a The Key, que es sólo un conjunto de casas en medio de un valle verde, completando nada más que 35 kilómetros en más de 4 horas. El resultado después de tanto esfuerzo es desalentador. Ahí me ataca un hambre voraz, escarbo en mis alforjas en búsqueda de provisiones y me como básicamente todo lo que encuentro. Me tiro en el piso luego del atracón y me duermo durante algunos minutos bajo los rayos del sol. A las 11 salgo nuevamente a pedalear para completar los 15 kilómetros que me quedan para llegar a Te Anau. Pero el viento no cesa, sigue soplando siempre en contra, implacable. Pienso nuevamente que hace justo una semana estaba pedaleando con viento, lluvia y frío, casi congelado, así que -como de costumbre- la conclusión es que podría estar mucho peor. No obstante, para hacer mas llevadero el momento, el paisaje y el entorno son increíbles. Recorro un valle verde intenso, con montañas nevadas y un cielo azul de fondo. Se sigue sucediendo la misma y curiosa interacción con las vacas. Aprovecho un llamado a mi celular de mi novia para descansar, tomar aire y despejarme un poco. Sigo andando ansioso por llegar, esperando que detrás de cada cuesta o curva aparezca el maldito cartel que diga “Te Anau”. Se hace desear luego de varias cuestas, rectas y curvas, pero finalmente aparece, llego entonces a Te Anau, completando 60 kilómetros en todo el día, desde el primero hasta el último de los kilómetros que hice hoy fueron con viento en contra, los cuales me duelen como si hubieran sido el doble. Por suerte la bicicleta hoy se apiadó y no tuve nuevos inconvenientes, parece ser que dio resultado el ajuste de los rayos, pese a ello la rueda trasera sigue ondulando y hace varios kilómetros que tuve que liberar nuevamente el mecanismo del freno trasero (aunque poco me hubiera servido hoy con todo el día de viento en contra...). Ya dentro del pueblo, busco un hostel -nuevamente- para un descanso merecido, luego de una jornada de las más difíciles que me han tocado. Empiezo a pensar qué voy a hacer, con sólo 120 kilómetros para llegar a Milford Sound, el destino final, en una zona definitivamente ventosa, con la rueda trasera en frágil condición, y con una ruta que todos me dicen que es transitada, angosta y peligrosa. Para pensarlo tranquilo, me tomo el día entero de mañana domingo para descansar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario